Hermana M. Emilie Engel

HERMANA M. EMILIE ENGEL

Un milagro de la misericordia de Dios

Ya desde joven, Emilie tenía grandes aspiraciones: Quería ser santa, anhelaba amar a Dios con todo su corazón y su deseo era servir.

Sin duda, fue el Espíritu Santo quien despertó estos nobles anhelos en su alma. Los que le rodeaban veían algo especial en ella. Era considerada, amable y comprensiva. Era trabajadora y responsable. Era una líder serena que influenciaba a otros con su ejemplo.

Con el tiempo, su aspiración a la magnanimidad la motivaría a renunciar a todo y consagrar su vida a Dios para la misión de Schoenstatt. Este mismo deseo la inspiraría a expresar su disposición a sufrir para que la nueva comunidad de las Hermanas de María se convirtiera en una comunidad de santas, y le daría las fuerzas para llevar a cuestas, con valentía filial y una alegría irradiante, la cruz de la enfermedad debilitante que padecía.

Pero había algo más. Desde su niñez y juventud, y también durante muchos años como Hermana de María, Emilie sufrió de ansiedad y miedo. Si exteriormente parecía segura de sí misma y valiente, interiormente se sentía insegura, sin libertad e indefensa. Sus temores le inquietaban. No sabía cómo relacionarse con Dios como un Padre misericordioso y amoroso. Para ella, Dios era un Dios bueno pero exigente, un Dios de justicia.

En Schoenstatt, a través de la Alianza de Amor con María y la conducción del Padre Kentenich, Emilie aprendió a ser niña ante Dios. Aprendió a confiar. Aprendió a aceptar sus debilidades y limitaciones. Aprendió a entregarse a un Dios Padre, quien la amó primero.

La gracia de Dios obró un milagro de transformación en Emilie. Durante los últimos años de su vida, la irradiación de su alma cautivó a todos los que la conocieron. En su rostro y en sus ojos brillaba la luz de la verdadera libertad de los hijos de Dios. Aunque ella se consideraba a sí misma tan solo una pequeña alma en el Reino de Dios, era claro para todos los que la conocían: Emilie era una Hermana santa. El Espíritu Santo llevó a cabo la obra que había comenzado en ella.

En mayo de 2012, el Papa Benedicto XVI proclamó venerable a la Hermana M. Emilie, afirmando y declarando públicamente su vida de virtudes heroicas. En tiempos de tremenda incertidumbre y miedo, ella intercede para muchos las gracias de la confianza, de la sumisión filial y de la valentía. La Hermana M. Emilie nos dirige a nosotros las palabras que escribiera a una candidata que se estaba preparando para ingresar a la comunidad de las Hermanas:

“Nuestro querido Dios guía a través de una escuela de confianza. No se desanime, pase la prueba de la confianza. Es precisamente cuando todo parece más oscuro que podemos probar la autenticidad de nuestra fe y de nuestra confianza”. (1949)

La Hermana M. Emilie vivió y murió convencida de estas palabras. Después de su muerte, nuestro Fundador dijo de ella:

«Su misión es guiar a las personas fuera de la prisión del miedo y la ansiedad, hacia el corazón paternal de Dios».

Varios materiales sobre la vida de la Hermana M. Emilie, incluyendo folletos, revistas, biografías, novenas y oraciones, están disponibles a solicitud. Por favor contáctenos si desea obetenerlos.