Muéstrame cómo debo servir

Por la Hna. M. Jessica Swedzinski

Querida Madre:

Déjame meditar sobre el misterio la Visitación. Déjame adentrarme en el mundo de tu servicio, en tu asombro por la promesa de Dios, en tu corazón. Ayúdame a visitar hoy, en tus pasos.

Con el Padre Kentenich, rezamos:

“Te vemos, Madre, apresurarte con Jesús
para acudir donde Isabel, y servirla,
cuando en júbilo es colmada por el Espíritu Santo
y siente en sus entrañas cómo es santificado su hijo.
Nosotros también queremos, con callada servicialidad
regalar a la Redención nuestras fuerzas y tiempo.[1]

Después del Padre Nuestro, mientras deslizamos las diez cuentas del Ave María entre nuestros dedos, enséñame a captar más claramente el plan del Padre Celestial para mi vida aquí y ahora. Diez cuentas, diez pensamientos.

1. ¿A quién quieres que sirva? Madre, fuiste con premura a asistir a tu anciana pariente, mientras aún resonaban en tu corazón las palabras del Arcángel: ¡alégrate, llena de gracia, darás luz al Hijo de Dios! [2]

Otros han seguido su camino de servicio.

  Emilie Engel comenzó en 1926 a servir a una nueva comunidad en la Iglesia. Le costó toda la energía de su vida servir al Instituto Secular de las Hermanas de María de Schoenstatt. Rezó y se sacrificó por una familia de mujeres santas hasta el final de su vida, sirviendo desde una silla de ruedas mientras estaba enferma de tuberculosis.

Vicki Thorn eligió servir a los afectados por el aborto. Conmovida por la lucha de una de sus amigas de la escuela secundaria con las secuelas del aborto, fundó en la Iglesia Católica un programa pionero de reconciliación y curación después del aborto.

¡Madre, muéstrame a quién quieres que sirva!

2. ¿Cómo puedo servir hoy? Madre, no conocías todos los puntos clave de la maternidad, pero confiaste en la palabra de Dios para ti.

El Padre Kentenich escribió: «Madre tres veces Admirable, consérvanos siempre como instrumento tuyo; haz que con amor, hoy y todos los días, nos pongamos a tu servicio. Según los deseos de Dios, usa de nosotros enteramente para tu Reino de Schoenstatt.”[3]

El Venerable Fulton Sheen hace un reconocimiento a la importancia del servicio en su observación: «La mayor inhumanidad que se puede atribuir a los hombres es tener la oportunidad de hacer el bien a los demás y no hacer nada. El pecado más grave no es siempre de comisión, sino de omisión.”[4]

Madre, muéstrame cómo puedo servir audazmente. 

3. ¿Cuándo me pides que te visite en tu nombre? Madre, no dudaste. Fuiste rápidamente, a toda prisa, a ayudar a Isabel. No había nada más importante en tu vida que hacer la voluntad de Dios. Jesús proclamará más tarde: «No todo el que me dice: ‘SeñorSeñor’entrará en el reino de los cielossino el que hace la voluntad de Mi Padre que está en los cielos [5]

El Padre Kentenich estaba dispuesto a visitar a un sacerdote aunque le llevara la mayor parte del día llegar hasta allí. Se dejaba guiar, momento a momento, por la Divina Providencia, sintonizándose cuidadosamente con las inspiraciones de las personas, los lugares, los acontecimientos, los objetos, los problemas o las alegrías que se presentaban en su camino.

Para sintonizar con los deseos de Dios, la Santa Madre Teresa nunca pasó un día sin su hora de Adoración. ¡Lo primero es lo primero!

Madre, en este «Ave María», te ruego que designes qué debo hacer con mi tiempo. Inspírame una obra de servicio amoroso que pueda realizar.

4. ¿Dónde debo servir a los demás? Viajaste, María, ochenta millas desde Nazaret en Galilea hasta la región montañosa de Judea. La casa de Zacarías estaba en Ain-Karim (a ocho kilómetros al oeste de Jerusalén). [6] Ciertamente, esto no fue simplemente un paseo por la cuadra para ti.

María, tú fuiste el apoyo para que los apóstoles siguieran el mandato final de Jesús: «Vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio a toda criatura». [7] Pero, ¿cómo puedo servir en todas partes?

La convicción de Schoenstatt de ofrecer contribuciones a tu capital de gracias es la forma de ayudar a las personas necesitadas, dondequiera que se encuentren. Cada ofrenda a tu corazón, encuentra su camino más rápido hacia el corazón de Jesús. A menudo, lo que más nos cuesta es dar el primer paso.

Madre, al tomar tu mano, me atreveré a visitar dondequiera que me llames para servir a los demás hoy.

5. ¿Por qué debería molestarme en servir? Ciertamente, querida Madre, puede que tuvieras otros planes para tu día – para tu vida – cuando el Arcángel se te apareció. ¿Cuáles eran tus otros deseos a los que tuviste que renunciar? En tu corazón de madre contemplaré que cada «sí» que doy, exigirá de mí muchos «no».

El diácono Joao Pozzobon inició una campaña mundial con la imagen de la MTA, visitando y animando a las familias a rezar el rosario. Dejó que María repitiera su visita a las familias a través de él, recorriendo más de 87.000 millas en 35 años. El Padre Kentenich llamó al apostolado mariano de Pozzobon «una demostración viviente de lo que Vicente Pallotti dijo con respecto a Nuestra Señora: ‘Ella es la gran misionera; ella obrará milagros'». [8] ¿Qué fue lo que movió a Joao Pozzobon a comenzar este proyecto y a mantenerlo, año tras año?

¿Por qué me siento impulsado a servir? ¿Qué me motiva? “Porque ni aun el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”. [9]

Madre, hazme más consciente del deseo de mi corazón de servir.

6. ¿Qué pasa cuando me canso en esta misión? Madre, cuando esté cansado, frustrado, deprimido, abatido, olvidadizo o con cero energía, ¡déjameexperimentar tu alegría! Ayúdame a recordar que te llevo a ti y a tu Hijo a los demás.

El Padre Kentenich dijo: «El Sr. Pozzobon le da a la Virgen la posibilidad de actuar. ¿Qué es lo que hace? Lleva a la Virgen a cualquier lugar que pueda y le da la oportunidad de hacer el trabajo… Eso es precisamente lo que siempre hemos querido y enfatizado”.[10]

Madre, haz que pronto vea milagros mientras me esfuerzo por confiar y servir al máximo.

7. ¿Qué pasa si enormes obstáculos bloquean mi firme decisión? Madre, mientras servías a Isabel y experimentabas con ella las alegrías de la maternidad, los que te rodeaban no eran conscientes de tu impresionante llamado de traer al Hijo de Dios al mundo para la redención de toda la creación. Sin embargo, seguiste tu camino con valentía, confiando en que Dios se encargaría de eliminar cualquier obstáculo.

Los obstáculos en la vida de San Francisco incluían ser expulsado de la casa de su familia, tener que vivir en las calles, ser apedreado por aquellos que había llamado sus amigos. Los nobles de la tierra con los que solía hablar ahora le rehuían, actuando como si nunca hubiera existido. Sin embargo, a Francisco le llamaban «Hermano siempre alegre». Se regocijó en la cruz de Jesús y se convirtió en la primera persona dotada de los estigmas de Cristo. Su experiencia le enseñó: «Un solo rayo de sol es suficiente para alejar muchas sombras». [11]

El Padre Kentenich rezaba a menudo en el fuego de la controversia: Veamos cómo la Santísima Virgen nos sacará de ésta.

Madre, dame una parte de esta actitud. Aumenta mi amor audaz por el servicio.

8. Abre mi corazón para recibir los dones que concedes. Tu visitación obró milagros: la primera adoración dada Jesús por Isabel y Juan; la santificación de Juan el Bautista en el vientre de su madre; tu oración del Magnificat; y las palabras del saludo de Isabel que profetizaron tu papel en el plan de Dios por toda la eternidad: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!».[12]

Tu título de «Causa de nuestra alegría» comenzó en la antigüedad. [13] ¿Es tu título más antiguo? Eres la causa de mi alegría porque cumpliste la voluntad de Dios en el servicio desinteresado, dándome a Jesús a mí y a todos nosotros.

Santa Gianna Beretta Molla (1922-1962), es la primera mujer médica y profesional canonizada que también fue madre. Escribió: «El secreto de la felicidad es vivir momento a momento y agradecer a Dios todo lo que, en su bondad, nos envía día a día».[14]

María, Causa de nuestra alegría, intercede milagros de alegría para todos por los que he prometido rezar y todos los que necesitan mis oraciones.

9. Concédeme tiempo para reflexionar con gratitud sobre los momentos llenos de gracia en mi día. «La gratitud es la mejor petición», era un consejo favorito del Padre Kentenich. María, todos los que te aman dicen que no hay forma de describir tu amor.

Permíteme agradecerte por visitarme y que nunca olvide tu visita.

10. Con motivo de la muerte del Papa Juan Pablo II, el P. Johann Roten, SM, Director del Instituto Internacional de Investigación Mariana, Dayton, Ohio, escribió «Todo gran hombre tiene en su vida una fuente de inspiración única, un centro espiritual del que extrae su fuerza, y un punto de referencia constante del que toma la dirección, así como las correcciones… La persona y la vida del Papa Juan Pablo II fueron modeladas e inspiradas por un manantial que da vida… Se veía claramente en su escudo de armas como Papa, y se mantenía en el corto y desafiante lema, «Totus Tuus/Totalmente Tuyo»… la versión abreviada de la consagración mariana según de Montfort …Ella (María) era la estrella de este Papa, y él era Papa para María». [15]

Sé una estrella de amor servicial también para mí, María. Amén.


[1] Padre José Kentenich, Hacia el Padre.

[2] Lucas 1, 28–33.

[3] Padre José Kentenich, Hacia el Padre.

[4] (Traducción) The Wisdom of Fulton Sheen: 365 Days of Inspiration (North Palm Beach, Fl.: Blue Sparrow, 2020).

[5] Mateo 7, 21.

[6] (Traducción) The Navarre Bible (Strongsville, Ohio: Scepter, 2009), 245.

[7] Marcos 16, 15.

[8] Esteban José Uriburu, Un héroe hoy, no mañana: L avida de Juan Luis Pozzobon, 1904–1985 (Waukesha, Wis.: Schoenstatt Publications, 1991).

[9] Marcos 10, 45.

[10] Esteban José Uriburu, Un héroe hoy, no mañana: L avida de Juan Luis Pozzobon, 1904–1985 (Waukesha, Wis.: Schoenstatt Publications, 1991).

[11] (Traducción) https://thecitesite.com/authors/francis-of-assisi/

[12] Lucas 1, 42.

[13] San Ireneo llamó a María «la causa salutis», la causa de nuestra salvación.  Las letanías de Loreto incluyen el título «Causa de nuestra alegría».

[14] (Traducción) https://saintgianna.org/main.htm.

[15] (Traducción) Johann G. Roten, S.M., “Pope John Paul II: A Pope for Mary,” https://udayton.edu/imri/mary/p/pope-john-paul-ii-a-pope-for-mary.php