por la Hna. M. Barbara Ebbe
Corazones llenos de agradecimiento
«Hoy, si oís su voz, no endurezcáis vuestros corazones…» (Hebreos 3:15) Esta afirmación de la Sagrada Escritura probablemente resuena en los corazones de las Hermanas de María de Schoenstatt al acercarse el 1 de octubre. ¿Cuál es la causa de esta resonancia? La respuesta es muy sencilla: Dentro de cinco años, este instituto del Movimiento de Schoenstatt cumplirá 100 años de existencia. Reflexionar sobre su fundación, el 1 de octubre de 1926, y sobre aquellos que escucharon la llamada, respondieron a ella y ayudaron a dar vida a una nueva comunidad, despierta sentimientos de gratitud.
Atreverse a dar un salto de fe
Hace 95 años, el Padre Kentenich se atrevió a fundar un instituto para mujeres. Hace noventa y cinco años, Emilie Engel se atrevió a responder a la llamada de dejar su profesión de maestra, que tanto le había costado conseguir, para abandonar una jubilación económicamente segura, y vino a Schoenstatt, un valle relativamente desconocido cerca del río Rin. Apoyada por la gracia de Dios, decidió cooperar en la formación de algo que – humanamente hablando – no podía ofrecer la promesa de una realización segura en el futuro. El momento tampoco era el adecuado para correr tal riesgo. Alemania se encontraba en plena depresión y la situación financiera no era buena. Además, aunque exteriormente parecía competente, segura y audaz, una sensación de inseguridad pesaba sobre su alma. De hecho, las dudas sobre sí misma le provocaban una gran ansiedad. A pesar de todos los riesgos, dio un audaz salto de fe y vino a Schoenstatt, no de visita, sino para quedarse.
¿Qué la impulsó a tomar esta decisión para que las Hermanas de María de Schoenstatt pudieran nacer? La raíz más profunda fue su espíritu de fe – en nuestra Madre Tres Veces Admirable, la fe en el santuario como lugar de gracia, así como la confianza en el Padre Kentenich y en su misión de Schoenstatt querida por Dios.
Algo nuevo
Emilie escuchó y respondió a la inspiración de la Sagrada Escritura: «Hoy, si oís su voz, no endurezcáis vuestros corazones…» (Hebreos 3:15) A partir de este sencillo y audaz comienzo, algo nuevo llegó a la Iglesia y al mundo: una nueva comunidad religiosa en la Iglesia, precursora de los institutos seculares, y el primer instituto del Movimiento Apostólico de Schoenstatt.
Aquí y ahora …
Noventa y cinco años después, hay Hermanas de María de Schoenstatt en varios países de Europa, África, Sudamérica, Norteamérica, Australia y Asia. Una misión mariana especial está siendo cumplida por ellas en la Iglesia y en áreas seculares. No cabe duda de que el 1 de octubre, los schoenstattianos recordaremos con gratitud a la Hna. M. Emilie, le agradeceremos su audacia para responder a la llamada, y la tomaremos como modelo – sea cual sea nuestra situación en la vida – mientras nosotros también escuchamos y respondemos a la llamada: «Hoy, si oís su voz, no endurezcáis vuestros corazones…» (Hebreos 3:15)