Hermana M. Catherine Ditto
Un mes eucarístico
El mes de junio se considera un mes eucarístico, porque suele incluir tanto el Corpus Christi (Cuerpo de Cristo, fiesta de la celebración de la verdadera presencia de Jesús en la Eucaristía, que se celebra este año el 3 o el 6 de junio), como el Sagrado Corazón de Jesús (que se celebra este año el 11 de junio). Por ello, queremos rezar una oración eucarística especial del Padre Kentenich: la oración «Después de la Santa Comunión». Primero, un poco de información sobre su origen.
Origen de la oración “Después de la Santa Comunión”
Mientras estaba encarcelado por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, el Padre Kentenich y un círculo de sacerdotes schoenstattianos vivían una existencia llena de gracia en medio del ambiente infernal de Dachau, un notorio campo de concentración. De hecho, estos sacerdotes experimentaron una atmósfera tan edificante y sobrenatural, que después de su liberación, muchos añoraban sus «días de Dachau» cuando vivían en tan estrecha unión con Dios. Era como un retiro espiritual para ellos. En la introducción del Padre Kentenich al libro Hacia el Padre, una colección de oraciones que escribió mientras estaba preso en Dachau, leemos:
Estas oraciones se originaron en el «infierno de Dachau». ¡Que el espíritu «hacia el cielo» que les dio origen y dio a muchos la fuerza para conquistar las dificultades de la vida cotidiana, permanezca siempre en la familia y dé abundantes frutos! (20 de septiembre de 1945, al publicarse el primer libro de oraciones del Hacia el Padre)
El Padre Kentenich escribió las oraciones de la «Misa del instrumento de Dios» del 19 al 25 de marzo de 1945. Están pensadas como meditaciones sobre las distintas partes de la Santa Misa, incluyendo el Kyrie, el Gloria, el Prefacio, la Oración de Consagración, el Padre Nuestro, etc. La oración «Después de la Santa Comunión» es mi favorita de esta colección.
La oración «Después de la Sagrada Comunión» consta de cinco secciones de cuatro estrofas cada una, seguidas de una estrofa final. Como es una oración larga, resumiré cada sección. La oración completa se encuentra en las páginas 39-43 del Hacia el Padre. Para aquellos que estén familiarizados con los cinco criterios de una generación del Ver Sacrum, notarán que las secciones reflejan los puntos 2-5.
Sección 1: Elegido – Jesús está en mí.
«Puedo descansar, Señor, sobre tu pecho … como el discípulo que amaste. … Tú estás, con todo tu ser, en lo más profundo del santuario de mi corazón». Jesús acaba de entrar en nosotros en la Santa Comunión y descansamos en él. Corazón descansa en corazón. Nos sabemos elegidos de manera especial para estar cerca de nuestro Señor y Salvador. Nos convertimos en un santuario vivo donde él está presente y es adorado. Saboreamos esta verdad.
Sección 2: Apartado – Adoración y entrega.
«Quiero dedicar mi amor, como un lirio puro, sólo a ti. … Todo lo que tengo es tuyo. … Toma lo que tengo y lo que soy. Te lo entrego absolutamente todo». La unión que podemos experimentar al recibir la Sagrada Comunión reclama nuestra respuesta: ¡Todo para ti! El Padre Kentenich nos recuerda que siempre debemos llevar un regalo a la Santa Comunión, y en este momento, se lo entregamos a Jesús: Todo, absolutamente todo – lo que es fácil, lo que es difícil, lo que es hermoso, lo que duele, lo que la vida real nos trae, él lo quiere todo.
Sección 3: Sacrificio – Disposición al sacrificio y al sufrimiento.
«Tú, la ofrenda transfigurada, deseas una disciplina estricta de mí. … Sin el lagar, no hay vino; primero hay que moler el trigo. … Nada será demasiado difícil para mí, si es por ti, Señor». Nos damos cuenta de que la llamada al discipulado requiere sacrificios y renuncias, y éstos conducen al crecimiento personal. Esto no siempre es fácil, pero tratamos de comprender y estamos dispuestos a esta poda que permite un amor más profundo. Prometemos valientemente hacer lo mejor posible con lo que se nos presente.
Sección 4: Acompañamiento – Jesús va conmigo.
«Nunca me abandonarás y siempre estarás dentro de mí, ayudándome. … Me acompañarás, Señor, dondequiera que me envíes en todo el mundo». Ahora Jesús recompensa nuestro valor de sacrificio con el recordatorio de que nunca debemos pasar por esto solos. Él está con nosotros, siempre, pase lo que pase, aunque estemos muy lejos de casa. También si nos sentimos muy solos, no lo estamos. Sentirse solo puede ser engañoso. Es en estos momentos cuando Dios está más cerca de nosotros. Él nunca nos abandonará – ¡realmente podemos confiar en ello!
Sección 5: Visión de futuro – Resultados de esta comunión.
«Si permanezco tan unido a ti, me irás transformando y el Padre me mirará desde la eternidad con gran deleite. A través de mí construirá la ciudad de la paz, la ciudad prometida de Dios». ¡Qué promesa! A Jesús le encanta recordarnos lo que nos depara el futuro. Esto nos da esperanza en medio de nuestra vida diaria con cualquier batalla que el día pueda traer. Dios nos utilizará como instrumento para hacer realidad su reino en la tierra. Nos aferramos a estas promesas y confiamos en su realización, aunque todavía parezcan lejanas.
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