Siguiendo el camino de Dios
El 16 de mayo de 2021, en la fiesta de la Ascensión, el Padre celestial llamó a nuestra querida Hermana M. Lucina Juárez al hogar eterno. Durante dos años, ella luchó valientemente contra un cáncer muy agresivo. Su actitud a lo largo de este vía crucis quedó claramente expresada en las palabras que le dijo a una co-hermana seis días antes de su muerte: «No sé por qué camino Dios me llevará o me conducirá: el más fácil o el más difícil o doloroso; el de las espinas o el pedregoso. Me imagino que será uno difícil porque si Jesús sufrió tanto, ¿por qué debería ser diferente conmigo? …”
Llamada a su servicio
La Hna. M. Lucina nació el 30 de junio de 1955 en Chimalcoyotl, México, siendo la mayor de ocho hijos. Sus padres eran muy religiosos, y el ejemplo de su padre, que participaba activamente en la parroquia y tenía a menudo adoración nocturna, impresionó profundamente a la Hna. M. Lucina.
En 1975 las Hermanas de María abrieron un centro de servicio social en Tlalpan, muy cerca de su casa paterna. De esta manera, la Hna. M. Lucina entró en contacto con nuestras hermanas y eventualmente decidió dedicarle su vida a Dios como Hermana de María de Schoenstatt. El párroco de su parroquia describió a la Hna. M. Lucina como una «… persona sencilla, alegre, humilde y con inclinación a una vida religiosa más profunda». Así es como también la conocimos nosotras durante sus 45 años en nuestra familia de Hermanas. Era una de esas almas pequeñas en el Reino de Dios que servía silenciosa y desinteresadamente en el trasfondo.
Con una disposición simple y alegre
La Hna. M. Lucina era muy servicial y dispuesta a responder a las necesidades de los demás. Siempre se le podía pedir ayuda y cambiaba alegremente sus propios planes para adaptarse a las necesidades de los demás. Cumplía sus tareas con una disposición de servir sencilla y alegremente. Era capaz de soportar sufrimiento y fue muy dada al sacrificio. Utilizaba sus talentos prácticos y artísticos para dar alegría a los demás.
A lo largo de su vida como Hermana de María de Schoenstatt, las tareas que realizó la Hna. M. Lucina, tanto en Texas como en México, alternaron entre el cuidado de nuestras hermanas enfermas y ancianas, la cocina y la limpieza de la casa.
El 26 de agosto de 2017, el huracán Harvey azotó nuestra propiedad en Lamar, donde la Hna. M. Lucina vivía entonces. El huracán causó daños grandes en las casas y en los alrededores. La Hna. M. Lucina formó parte del grupo de diez hermanas que pudieron permanecer en Lamar. Allí trabajó muy duro para ayudar a poner orden en la propiedad después de la terrible tormenta.
Alegría radiante en medio del sufrimiento
En agosto del 2019, el Padre Celestial llevó a la Hna. M. Lucina a una difícil escuela de sufrimiento, cuando se le diagnosticó un cáncer avanzado. Después de un tratamiento inicial en un hospital especializado en San Antonio, Texas, fue trasladada a la casa provincial en Wisconsin. La Hna. M. Lucina tomó este traslado, como todos los demás en su vida, con una disposición sencilla y alegre al hacer la voluntad de Dios. Su ejemplo de confianza y conformidad total con la voluntad de Dios nos impresionó a todos. Por muy dolorosa que fuera su enfermedad y los tratamientos a los que se tuvo que someter, siempre sonreía y confiaba en que Dios sabe lo que es mejor. Ella ofreció su vida y su sufrimiento por el proceso de beatificación de nuestro padre y fundador, el Padre José Kentenich.
Damos gracias por el radiante ejemplo de la vida de la Hna. M. Lucina, y por el regalo que fue para nuestra comunidad de Hermanas de María de Schoenstatt y para el Movimiento de Schoenstatt. Que descanse en paz.